El personaje.
Más que características físicas o psicológicas vamos a trabajar con un personaje y una situación, para que haya más libertad creativa. Los candidatos son:
-Ramón: un tanatopractor a punto de jubilarse.
-Isabel: una adolescente en su primer día de instituto.
-Gálivich: un troll que vive debajo de un puente.
Isabel: una adolescente en su primer día de instituto.
—Date prisa
hija, no vas a llegar.
—Si mama,
solo tengo que cruzar la calle. Respondía Isabel, muy tranquila.
— ¿Quieres
que te acompañe, es tu primer día?
—No gracias,
se ir sola. Ayer me acerque otra vez hasta la entrada. El Instituto de San
Isidro, es muy antiguo, fíjate que estudio Lope de Vega, he leído todo sobre él
y me parece un lugar con ángel. He entrado el viernes pasado para poder
disfrutarlo. Mañana será mi primer gran día. —Le comentaba Isabel a su madre.
Madrugó,
desayunó y se arregló para ir bonita. Su madre estaba a su alrededor
ayudándola, recordándola lo que debía hacer.
—Mama no te
preocupes, solo voy al instituto, —repetía Isabel una y otra vez.
—Si lo sé,
pero eres tan... —no terminó la frase y ya estaba abrazándola y llorando.
—Hija, ten cuidado.
—Sí, mama. He llegado hasta aquí y veras como termino el curso. —entre
sollozos, Isabel logra salir de casa, dejando a su madre muy nerviosa, sabiendo
que está observándola por la ventana.
Isabel, vive
muy cerca del Instituto. Sale del portal y gira a la derecha, anda por la acera
muy pegada a la pared de la calle San Bruno y llega a la calle Toledo, enfrente
del Instituto. Lo nota por todos los poros de la piel, algo hay en el
Instituto. Cruza por el paso de cebra y se acerca lentamente, nota un frio
extraño y excitante cuando entra, baja un peldaño y a través de unas verjas
metálicas pasa al patio interior, porticado. El camino hacia su clase ya se lo
sabía. Sube un piso y a pocos metros de la clase nota mucho bullicio, al entrar
se hace un gran silencio. Fueron unos momentos angustiosos y terribles. Isabel
perdió la concentración y comenzó a moverse entre las mesas, tropezando y dando
empujones a los compañeros. No encontraba una mesa vacía.
— ¡Siéntate
a mi lado!, —le dijo una voz grave y alegre a su izquierda. — Me llamo Jonás,
¿Cómo te llamas?
—Isabel,
gracias, —Isabel estaba muy nerviosa. Le dio un salto la tripa, y como pudo se
sentó. Dejo la mochila en la mesa y cerró el bastón.
La clase
comenzó a animarse, nadie se acordaba ya de la nueva. De repente sonó el timbre
de comienzo de la clase y entró el profesor: bajo, gordo, próximo a la
jubilación, con aspecto de bicho malo. La clase comenzó a bajar la voz hasta
que se hizo el silencio.
— ¡Buenos
días! Me llamo Don Teodoro y soy su profesor de Filosofía, esta asignatura es
cuatrimestral, espero que la estudien, pues sentiría mucho tener que
suspenderles.
Y continuó
hablando, pero Isabel ya había desconectado y estaba pensando en Jonás, “¿Cómo
sería? Olía a jabón 'Heno de pravia', ¿Seria moreno o rubio, alto o bajo?
Hasta que no terminara la clase no lo sabría. ¿Sería guapo? tenía que
tocarle la cara para saberlo, ¿Se dejaría?".
En eso que
movió una mano y se le cayó el bastón blanco al suelo, abriéndose cuan largo es
y haciendo mucho ruido. Isabel se puso colorada.
— ¿Señorita,
como se llama? —preguntó Don Teodoro.
—Se refiere
a mí, —respondió Isabel después de un breve silencio.
—Claro, a
usted. ¿Cómo se llama?
—Isabel Rodríguez.
—Bien
Isabel, ¿Que les estaba diciendo? ¿Me lo puede repetir, por favor?. —En ese
momento se le puso a Isabel la carne de gallina y los pelos de la nuca de
punta. No tenía ni idea de lo que estaba hablando. Pero algo tenía que
decir.
—Bueno,
estaba usted diciendo... —Comenzó a sonar el timbre de finalizar la clase y
todos empezaron a cerrar los cuadernos.
—Isabel, la
campana la ha salvado, la próxima vez la castigaré por no atender en clase.
—Gracias.
—No sabía por dónde meterse. Notaba que las orejas y las mejillas las tenía
encendidas.
Cuando quiso
darse cuenta se había quedado sola. Recogió la mochila y busco la salida.
Instintivamente giro a la derecha y continuo pensando en la suerte que había
tenido con la campana. De repente se dio cuenta que no sabía dónde estaba,
tenía que haber llegado ya al patio; pero estaba en un corredor muy silencioso,
continuó despacio, pasó por varias puertas que estaban cerradas y por una
escalera. Cuando estaba a punto de bajar por la escalera le vino un aroma
inconfundible, Jonás estaba cerca, no se equivocaba. Siguió su rastro, llegando
a una puerta que estaba medio abierta. Dudo un momento, no sabía si sería
correcto sorprender a Jonás o se podía equivocar y ser otra persona. Se dio la
vuelta para bajar por las escaleras cuando alguien la toco en el hombro.
—¿Isabel,
que haces por aquí?
—Hola, —era
Jonás. —Me he perdido.
—Ven, dame
la mano, vamos al patio.
El corazón
se le acelero, las manos de Jonás eran muy suaves, tenía miedo de que oyera
como bailaban sus rodillas, no se cayó por las escaleras de milagro y se
unieron con los compañeros en el patio. Estuvo todo el día con Jonás que hacía
de cicerón, la enseño como ir al bar, a la clase de prácticas, a las aulas de
conferencias y a perderse por los corredores.
Cuando
acabaron las clases, se despidieron. Isabel iba muy contenta y volvió por la
misma calle de San Bruno, su madre la estaba esperando.
—¿Que tal lo
has pasado, Isabel? ¿Qué tal los profesores?
—Mami, ha
sido el mejor día de mi vida. ¡Fantástico! y he conocido a un chico
maravilloso, aunque aún no sé cómo es.
Un abrazo a todos los adictos.
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Confieso que al principio pensé que le pasaría algo de camino a la escuela, y tenía por la protagonista pero me ha gustado mucho que haya sido una historia diferente. Creo que supiste inyectarle muy bien los nervios del primer día, y aún más porque es una chica que no puede ver, algo que yo no imaginaba hasta que ella comenzó a pensar en Jonás; por último, el profesor no podía ser más aterrador. :) ¡Muy buen relato!, ¡un abrazo!
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario, pensaba que era muy soso. Tenia que haber esperado hasta el final para decir que no ve, pero me ha salido así. Muchas gracias, te mando un abrazo.
EliminarMe ha gustado mucho tu historia, quede con ganas de saber mas de esos dos. Saludos.
ResponderEliminarNo tenia pensado escribir más sobre el relato, pero ya que insistes si en los proximos hay algun tema parecido lo continuo. Un abrazo. y gracias.
EliminarA mí me habéis estropeado un poco la sorpresa María y tú al comentarme en mi relato que en ambos Isabel era ciega jaja, pero no pasa nada.
ResponderEliminarComo comentario constructivo, en la parte donde describes la ruta de Isabel, hablas en presente, y en el resto del relato en tiempo pasado. Luego alguna tilde suelta, pero por lo demás está bien y no tengo más pegas.
Un abrazo
Antonio V. García.
tienes razon, en lo de los tiempos. Intentare que no me vuelva a pasar. Respecto a lo de Isabel ha sido un fallo garrafal, pense que ya lo habias leido. Gracias por los comentarios y te mando un abrazo.
EliminarMe gustó ese giro, muy tierno. También creí que iba a pasarle algo al principio, así que realmente me gustó que no :)
ResponderEliminarbesito
Muchas gracias por el comentario y por leerme. Y ademas te ha gustado. UN abrazo.
EliminarEs una historia muy buena.
ResponderEliminar¿Podria darte una sugerencia? ¿Que tal si alternaras entre dialogos directos e indirectos mas a menudo? En mi opinion, muchos dialogos directos perturban la fluidez de la lectura y limitan la imaginacion.
Muchas gracias por tu comentario y por la sugerencia. Voy a intentar hacerlo mejor en los dialogos. Si ves algo mal me lo dices sin problemas. Espero que te guste el proximo. Un abrazo.
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