El viaje
Esto es terrible, y lo
peor es que estoy tan tranquilo, dentro de un rato vendrá el Padre para darme
la extremaunción. Es muy fuerte pero estoy esperando con mucha ilusión el
momento, es un viaje a no sé dónde, pero por otro dejo aquí a los que quiero y eso
me duele. Pensándolo bien, tarde o temprano me tendré que ir, así mejor,
viéndolo venir no en un accidente.
Casi
no puedo respirar, me cuesta, pero aún no he perdido las facultades de pensar y
ver, oír como estoy casi sordo me vale para poco. Las manos las muevo poco,
solo para apretárselas a mi "curri" y a mis hijos y nietos. Les digo
que les quiero con una sonrisa, y guiñándoles el ojo derecho, el otro me duele.
El
final se acerca. Estoy muy sorprendido conmigo mismo, puedo pensar bastante bien,
noto que respiro con dificultad y ver veo poco, se me está nublando la vista a
ratos. Veo a mi mujer que no me quita el ojo de encima, me mira con mucha
ternura. No para de llorar, aunque no quiere que se le note, tiene los ojos con
mucho brillo.
Los
niños, bueno ya tienen a su vez niños; cómo pasa el tiempo, hace nada íbamos al
hospital a ver a nuestro primer nieto. Se te pone el pecho cuadrado, sobre todo
cuando los coges y abrazas, es una sensación especial no sabes si reír,
llorar o qué; me recuerda la película del Rey León cuando nace el cachorro y el
padre pega el grito encima de una piedra. O cuando tuvimos al segundo, le
dijimos a Macarena que no dijera nada: “No digas a nadie que mama está
embarazada”, pues nada más llegar a un cumple es lo primero que soltó. Y luego
ese olor que tienen, te lleva a los momentos en que tenías a tus hijos así de
pequeños recién nacidos; era otro tiempo, pero maravilloso.
Tengo
miedo, me voy y los dejo. Los seguiré queriendo o el cariño y el amor se pierden,
¿Me olvidaré de mi “curri”? ¿Se casará con otro? ¿Me olvidará? ¿Me olvidaré de
todos ellos? ¿Los podre ver desde arriba? ¡Pues no quiero verlos! ¿Y si la veo
que se va con otro? Solo de pensarlo se me calienta la sangre y soy capaz de
volver y pegarles un susto. Voy a relajarme, que sean felices y no se vaya con
nadie.
¡Qué
gozada! ¡Ay! ¡Ahí, ahí, ahí más abajo, más, más… ¡Me están metiendo mano! No voy a decir ni pio
¡hala! Todo para vosotros, pero ¡No! ¡Coño! ¡Qué me hacen! Me van a meter una sonda por el
pito, no me puedo mover, por eso me la estaban buscando. ¡Uf! Me duele, serán bestias,
¡Ay! ¡Ay! que bestias. Mañana se lo diré a las enfermeras que no van con cuidado. Es un decir, no puedo hablar.
Aún
tengo conocimiento, ya no puedo ver. Voy a cerrar los ojos pues me canso mucho
con ellos abiertos, me llevo la última foto. Ahora noto niños dando vueltas,
seguro que ya están aquí los yernos con los niños. Todos juntos como si fuera
un cumpleaños.
Alguien
me está tocando el tubo del oxígeno, no voy a abrir los ojos, para qué. Será la
enfermera que me está colocando algún calmante, es raro pero desde hace un rato
no siento nada, no me duele nada.
Por
un lado tengo a Marisa cogiéndome de la mano, por el otro a los niños, estoy
medio recostado. La habitación es normal pero sola para mí, no tiene más
enfermos. Noto la televisión encendida pero casi no la oigo, solo me oigo a mí,
a mi respiración. Me cuesta cada vez más, por ahora no veo ningún túnel, ni
escaleras ni nada. Hay que esperar…
Tengo
ganas de rezar, pero me da pereza, me gustaría abrazarme a ellos y decirles que
les quiero mucho, que siempre que estén juntos y me necesiten estaré allí,
aunque sea como un pajarraco encima del hombro, diciendo: “Víctor no montes en
bici sin casco”, “Macarena sujeta el volante con las dos manos”, “Mami,
relájate y disfruta” y tú me dirás: “Venga, vamos”.
Me
noto el corazón, casi está parado, al igual que mi respiración, me voy en nada
y aún no pasa nada.
Noto
un pitido, muy fuerte. Como estoy sordo no sé de donde viene, pero debe de ser
de algún aparato de esos que tengo enchufado. Oigo un barullo, Marisa ha roto a
llorar, pobrecilla ya no aguanta más y yo esperando.
¡Coño!
Pero si ahora les estoy viendo perfectamente, ¡Puedo mover la mano! ¡No tengo
que respirar! ¡Les estoy oyendo! Adelanto una mano para tocar con mucho miedo
la cara de Marisa y cuando voy a tocársela me pega un calambrazo ¡coño! ¡Estoy
flotando! ¡Están mirando a alguien que está en mi cama! ¡Pero si soy yo! ¡Me
acabo de morir y estoy flotando y me estoy viendo! Veo a mis nietos Alejandra y
Victorin dando vueltas por la cama.
Me
estoy alejando un poco, me voy contra el techo y lo paso y está todo muy
oscuro, estoy acojonado pues no quiero ir al infierno, y la oscuridad no me
gusta. Estoy rodeado de oscuridad, no sé qué pensar aunque no puedo hacer nada,
y ¿Si me quedo en el limbo? Es una angustia infinita, y tampoco se me ocurre
nada, estoy como flotando, sin suelo, sin techo, sin nada.
Noto
que va aclarando, me veo las manos, como cuando amanece, con muy poquita luz.
Algo raro hay al fondo del todo, me voy acercando a ellos o ellos a mí, como
cuando vas por una carretera larga y recta, ves al final la torre de la Iglesia
y aunque parece lejana la ves llegar lentamente.
Ya
están aquí, hay alguien en el medio y un grupo a cada lado. Unos de blanco
exquisito y otros de blanco pero menos, pero también blanco. Cuando estamos
cerca, como para vernos las caras, la aproximación se para y me quedo viendo
como los exquisitos hablan entre ellos mirándome. Me estoy fijando y ninguno
lleva alas y están flotando, yo también; es una locura.
El
del medio, no sé quién es, no le noto abrir la boca pero escucho un susurro que no entiendo. Me quedo acojonado, y a oscuras ¡que ha
querido decir! ¡Voy a volver! ¡Cómo! ¡En qué estado! ¡Podré volar! ¡Me podrán
ver! ¡Volveré convertido en oruga! Lo mejor de todo es que puedo
pensar, me acuerdo de casi de todo.
Esto
es alucinante, les voy a pegar un susto de muerte. A Víctor se le van a caer
los huevos. Por razones que desconozco tengo sueño, todo tan a oscuras, se me
está atontando la cabeza, como si fuera un sopor, me estoy durmiendo…
Me
despierto, no me atrevo a abrir los ojos, abro el derecho solo y está todo a
oscuras, abro los dos y continua a oscuras pero estoy muy acojonado ¿Dónde estaré?
Intento
moverme, me noto los brazos entumecidos, como dormidos. ¡Puedo mover los dedos
de los pies! me da un escalofrío por toda la espalda, tengo frio, me noto
desnudo, como cuando estoy en la cama -pues siempre me ha gustado meterme
desnudo-. Se filtra luz por un lateral, como si fuera una rendija de una
ventana. Hay un silencio aterrador.
De
repente oigo ruidos, la rendija se hace más grande y entra mucha luz, se me
cierran los ojos de tanta luz.
—¡Venga
dormilón!, ¡Que ha pasado la burra de leche! ¡Tienes el desayuno preparado!
—recitaba Marisa, al mismo tiempo que habría las ventanas. —Has dormido más de
doce horas y con pesadillas.
—¡Que
pasa! ¡Donde estoy!
—Pues
en casa, ¡Venga levanta que tengo que hacer la cama!
—¡Uf!
vaya sueñecito que he tenido, he sobrevivido.
Un abrazo para todos los adictos.
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Me gustó el relato, algunas observaciones te las haré llegar por correo =) ¡sigue así! Bendiciones
ResponderEliminarMuchas gracias por el comentario, espero las observaciones. Un abrazo.
EliminarMenudo mal sueño!!! Muy bien relatado!!
ResponderEliminarUn abrazo!!
Gracias por leerme. Un abrazo
EliminarJl: Me encantó tu relato,por momentos sentía que el protagonista en verdad estaba pasando por una experiencia así.
ResponderEliminarEs posible que tu relato tenga algunas inconsistencias, pero me gusto tanto, que no voy a señalarlas.
¡Muy bien amigo!: Doña Ku
Muchas gracias por tus ánimos, por leerme y por los comentarios. No te preocupes si ves algo que te suene mal o que este en otro tiempo, dímelo, tengo que pulirlo para el siguiente. Te mando un abrazo y gracias.
EliminarNo esperaba para nada que fuera un sueño, una buena vuelta de tuerca ^^.
ResponderEliminarMuchas gracias por leerme y por el comentario. Ademas que agrada que te guste. Un abrazo.
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