Un asalto a mano armada. Elementos fuera de lugar: un cachorro, un globo y un payaso.
El Globo
Estaba
llorando en un rincón. No sabía por
qué pero le dolía mucho el pecho. Tenía una tos muy trabajada y, de vez en
cuando —la mayoría de las veces—,
escupía sangre. Recostado en la pared y mirándose al espejo parecía una
piltrafa, arrugado, sin afeitar de varios días, sin lavarse, era ya un cadáver.
Se
acordaba de otras veces cuando se miraba al mismo espejo con el traje de
galones de plata y oro. La chaquetilla
muy corta y justa, adornada de lentejuelas de color oro. Con las medias, las zapatillas, la taleguilla -tan ajustada que te comprime los huevos muchísimo- ajustando los machos y el fajín. Pero eran
otros años.
Después de
pintarse la cara de blanco y ponerse unos dibujos en los mofletes, se cubrió
con una chaqueta verde, unos pantalones rojos que le quedaban grandes sujetos
con una cuerda y un sombrero de papel. Los zapatos verdes le estaban grandes.
—Sí,
pesada, ya voy —le contesta Manolo, dirigiéndose hacia la puerta.
—A
ver, déjame que te vea —exclamó Manolo—. Estas guapísima, vas a ganar el
concurso de disfraces. Ese disfraz de
cachorro te esta precioso, la cara tan bien pintada y esas orejas te pareces a
un dálmata.
—Déjalo
ya, vamos a repasar las cosas —le decía María con cara de pena, al mismo tiempo
que se sentaba en el sillón—. Seguro que
se nos olvida algo.
—Llegamos
juntos a la frutería —comenzó a recitar Manolo— Paso primero, y comienzo a
decir tonterías y tú vas hacia el mostrador donde esta Matilde, allí están los
plátanos, le digo que quiero un kilo, tu das la vuelta por el otro lado y la
sacas el cuchillo.
—Fenomenal
¿y si hay alguien?
—Pues
esperamos.
—¿Cómo
llegamos hasta la frutería?
—Pues
andando, vamos que está aquí en la esquina y es imposible que nos reconozcan —le
dice Manolo con cara muy seria.
Era
ya bien entrada la tarde, un febrero bastante desapacible, pero no tenían frío.
Su atrevimiento les daba fuerzas y les temblaban las piernas. María había
cogido un cuchillo de la cocina de un palmo de largo y Manolo llevaba una
pistola de cuando hizo la mili. Desde entonces no
la había utilizado, pero solamente —se dijo— la llevaba para asustar.
Se
cruzaron con varios vecinos que no les reconocieron y, a cada paso que
avanzaban, les parecía que se alejaban más de la frutería. Iban en silencio,
cada uno pensando es su papel. Por fin llegaron, miraron hacia dentro y al ver
que solo estaba Matilde entraron.
Primero Manolo.
—Hola,
¿Qué tal? ¿Cómo están ustedes? —comenzó a decir al mismo tiempo que se acercaba
al mostrador haciendo muecas como un payaso.
—Hola,
¿que desean? —contestó Matilde con una sonrisa, al verles llegar así
disfrazados.
Al
mismo tiempo María daba la vuelta al mostrador.
—¡Un
kilo de plátanos! —le dijo en voz alta Manuel, para atraer la atención de la
dependienta.
María,
en un momento, se acercó a Matilde por su espalda y le saco el cuchillo,
diciendo:
—¡Esto
es un atraco! Danos el dinero que tengas.
Matilde
se quedó perpleja, pero gracias a llevar tantos años en la tienda reaccionó muy
rápidamente, dando un manotazo a María en el brazo, haciéndola soltar el
cuchillo.
—¡Pero
de que vais! —les dijo—. ¡Salir ahora mismo de la tienda o llamo a la policía!
Manolo,
que estaba rabioso por la valentía de Matilde, saco la pistola y dijo:
—¡Danos
el dinero o te vuelo la cabeza! —le temblaba el pulso y se notaba que el arma le bailaba en
su mano.
—Manolo
no lo hagas, —le chillo María — ¡Vámonos, que ya tenemos bastante!
Comenzó
a dar la vuelta al mostrador, para tirar de Manuel y llevárselo.
Matilde
aprovecho el momento, para quitarse del mostrador y ese movimiento repentino
hizo que Manolo apretara el gatillo.
JLdurán
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Tengo que decirte, de verdad, de corazón, sinceramente, que del último relato a este nota una mejoría considerable. Enhorabuena. Poco a poco todo va puliéndose. Leer mucho y escribir mucho es la mejor de las prácticas =D
ResponderEliminarFelicidades, JLdurán
Un fuerte abrazo
Muchas gracias, te agradezco mucho tus palabras de ánimo, todo gracias a vosotras y a las correctoras de adictos. Pues les mando el relato y me ayudan un montón. Tengo unos diálogos muy medianos, pero tengo que aprender bien pues me he puesto la meta de escribir un relato más largó. Gracias de nuevo, un abrazo.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEste final inconcluso da pie a que cada uno aporte su propia visión y termine como le parezca mejor. Me gusta. Saludos
ResponderEliminarMuchas gracias por pasarte por mi relato, aunque me lo ponen dificil pues si vas desde el blogs da error y tienes que buscarlo. Gracias. Un abrazo
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