miércoles, 27 de noviembre de 2013

Proyecto de noviembre. (Relato en primera persona cambiando el género)



 
¡Chilla como una loca!




¡Ring, Ring!
—¿Quién es?  —chillo desde la cama. « ¿Quién será a estas horas de la mañana? ».
¡Ring, Ring, Ring!
—¡Ya va! —Me arrimo a la mirilla y veo a tres hombres uniformados —. ¿Quién es? —Vuelvo a chillar.
—¡La policía . Abra, por favor!
 ¿Dónde tengo las llaves?, me están pidiendo que abra y no las encuentro.  Las deje en la mesita, voy por ellas.
Les abro la puerta con mucho miedo, pues últimamente hay muchos atracos por el barrio, pero estos parecen policías auténticos. Joder, como está el moreno.
—¿Qué quieren?
—¿Trinidad Fernández? La tenemos que llevar a la comisaria, han puesto una denuncia contra usted.
—¿Por qué? — les pregunto con mala leche.
—Por romper el silencio nocturno y alborotar en casa —dice el moreno, muy serio.
«No me lo puedo creer ¿Yo, alborotar? ».
—Se han equivocado, vivo sola.
—La vamos a detener y a llevar a la comisaria —El moreno la coge del brazo y se la lleva en bata.
—¡No! No puede ser —¡Qué me vais a detener! ¡Cabrones! —Os habéis confundido. «¿Quién puede quererme tan mal ? ¿Qué me está pasando? Me lleva la policía detenida. Con cuarenta años y ya en la cárcel. ¿Por qué?  ¡Ya sé! La Beba, será cabrona. Mira, si está en la ventana viendo como me llevan, la muy guarra ».
—¡No me empujen! Que puedo sola.
 «Vaya coscorrón que me he pegado con la puerta del coche. Pero la Beba no puede haber visto nada, lo he hecho con las luces apagadas, en silencio; bueno, un gritito he pegado, pero no era para tanto. Es imposible, lo tenía todo planeado, como vivo sola no molesto a nadie y puedo hacer lo que quiera ».

Me acuerdo que todo empezó en un programa de radio, hablaron de películas y una en concreto de Alfred Hitchcock : "El hombre del Sur" ; uno que apostó que encendía el Zippo diez veces   por un coche de lujo a cambio del dedo meñique, y perdió.
«Voy a repetir la apuesta y ganarla».
« ¿Cómo lo voy a hacer? Ya sé, con el Zippo que me regalaron por mi cumpleaños. ¿Qué me puedo jugar? Un pellizco en la tripa, y ponerme veinte pinzas en una oreja. Hacerme la cera allí abajo, pero tirando, me da corte decirlo; lo voy a decir chillando».
—¡Hacerme la cera en el chichi y tirar!
«Ya lo he dicho, me he quedado a gusto, voy a ganar mi apuesta. Para ponerle más morbo me voy a dar un poco de nívea en las manos. Estoy contentísima, voy a ganarle a Alfredo».

Y dicho y hecho, en la mesa camilla del salón he puesto el mantel como recordaba en la peli y el Zippo. Me duché y me puse la ropa más provocativa que tenía, estaba sola, que más daba. El liguero de tul y terciopelo que me regalo Mariano, la combinación negra transparente que me regalo Felipe (sin sujetador) y los zapatos de súper tacón que me compré en Navidad.

Para dar ambiente busqué en YouTube “música de terror” y me salió una música de pablokro, y la puse a todo volumen.

No me quería sentar, así que cogí el Zippo y comencé a encenderlo.

¡Zas¡ y no funcionó la primera vez.
¡Zas!, ¡Zas!, ¡Zas! ¡Zas! Cinco veces, me paro y respiro.
¡Zas! Continúo, y en la sexta noto que se me escurre el Zippo, me pongo nerviosa y pienso que me he pasado con la nívea de los cojones.
¡Zas! Siete.
—¡Coño! Casi se me escapa.
¡Zas! Ocho.
—¿Por qué habré sido tan bocazas?
¡Zas! Nueve, y casi se me escurre de las manos.
No podía ser, era una tontería de nada y me estaba poniendo nerviosa. Me  sequé de la frente el sudor que tenía.
¡Clink! Diez.
—¡Coño, joder! Se me acaba de caer el cabrón del Zippo. ¡He perdido! Una cosa que me parecía tan fácil, la he complicado y he perdido. Ahora tengo que cumplir, y eso de despellejarse tiene su miga.

« Ya sé, me daré solo en un lado. ¡Ni de coña! Bueno, solo un poco arriba, como si fuera una mancha. ¡Soy gili o qué!  ¡Ya se! Con unas pinzas me cojo un pelo y tiro, y luego chillo como una loca» 




Un abrazo a todos los adictos, y a mi correctora Pato.





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